El Camino Mozárabe de Santiago

Permitidme que hoy dedique esta entrada a presentar la que ha sido mi más reciente producción audiovisual, el trabajo que me ha tenido ocupado desde el pasado septiembre hasta finales del año 2013. Se trata de un documental producido junto a los amigos de Digital Master para el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y coordinado por el Ceder La SerenaLa obra se titula: «El Camino Mozárabe de Santiago: La última aventura del Siglo XXI».

El pasado miércoles 22 de enero tuvo lugar la presentación oficial del mismo en FITUR, así que ya podéis disfrutar todos con nuestra obra, que puede verse en Youtube y a través de ésta y ésta webs especializadas (Y por supuesto, aquí en este blog). Para los desconocedores del tema, El Camino Mozárabe es la vía de peregrinación hasta Santiago de Compostela que parte desde Andalucía. Se trata de uno de los recorridos más antiguos, ya que existe desde hace más de ¡¡once siglos!! aunque desgraciadamente hace cientos de años que cayó en desuso. Nuestro documental forma parte de un plan de actuación integral cuyo objetivo es recuperar esta vía y promocionarla entre los peregrinos, senderistas y amantes de los caminos. Afortunadamente, hoy en día se cuenta con rutas perfectamente señalizadas y una red de albergues y puntos de información o acogida a disposición del viajero.

Para que os hagáis una idea de lo que el Camino Mozárabe ofrece al visitante, ahí va un pequeño spot a modo de aperitivo.

La situación a la hora de encarar el proyecto era ésta: teníamos entre manos un producto muy potente y con un potencial tremendo, pero era poco conocido y partía en desventaja clara respecto al tradicional camino francés y otras rutas de peregrinación de la zona norte. Nos planteamos, por tanto, que la mejor forma de dar a conocer el Camino Mozárabe era desde su valor diferencial, a partir de aquellos atractivos que lo hacían único y distinto a todos los demás.

Por eso decidimos dividir la obra en varios fragmentos temáticos: juntos formarían un todo con sentido y unicidad, pero cada pieza podría también ser consumida individualmente. Esto último nos parecía especialmente importante para lograr una buena difusión en el entorno web, ya que varios vídeos de entre 2 y 3 minutos se moverían por internet y las redes sociales con total naturalidad, cosa más difícil de lograr en el caso del montaje total de 25 minutos.

Finalmente, produciríamos un mini docuweb a modo de resumen compactado de en torno a 7 minutos de duración, con idea de ser explotado como avanzadilla: quien quiera conocer el Camino Mozárabe se lleva una impresión bastante clara de lo que va a encontrar en estos 7 minutos; pero si se quedan con ganas de más, ahí están los 25 minutos para profundizar en cada uno de los aspectos apuntados en el vídeo corto.

Por su parte, el montaje alternativo, separado por temas, permitiría diseñar una distribución independiente para cada pieza y da la oportunidad al usuario de acercarse al Camino Mozárabe sólo desde el punto de vista que más le apetezca: un amante del arte puede conocer el patrimonio de esta ruta sin necesidad de ver también la parte de Naturaleza, alguien interesado en gastronomía puede esquivar las explicaciones históricas, un peregrino que busca información sobre los albergues puede hacerlo sin necesidad de descubrir los beneficios territoriales del Camino.

La producción la realizamos de forma conjunta entre Digital Master y un servidor, siendo responsabilidades mías el guión, la dirección de producción y la coproducción ejecutiva. Tengo que decir que me siento especialmente satisfecho de cómo ha salido todo ya que es el trabajo más importante que he realizado hasta la fecha asumiendo la máxima responsabilidad en la producción de campo… y no sólo conseguimos dormir bajo un techo cada noche, sino que también pudimos pegarnos alguna que otra comilona. Ya en serio, hemos sido un equipo pequeño y con una carga de trabajo importante, pero creo que hemos logrado sacar adelante un producto bonito, interesante y competitivo.

Ahora comienza la difícil tarea de la difusión. Lamentablemente esa parte ya no es responsabilidad nuestra (¡nos hemos enganchado al mozárabe y queremos más!) pero esperamos que este trabajo alcance el nivel de exhibición que merece y ayude a traer peregrinos al Camino Mozárabe de Santiago, que es de lo que finalmente se trata. Ojalá en breve podamos contar que el documental de 25 minutos va a emitirse en alguna televisión pública (se cerró en esa duración para ello) o que las versiones subtituladas al inglés y al alemán (que también las hay) están triunfando fuera de nuestras fronteras… de momento vamos a centrarnos en darlo a conocer, que os guste y que lo compartáis un poquito en vuestros muros de Facebook, time lines de Twitter, etc. etc.

Antes de acabar, me gustaría dar las gracias a todos los miembros del equipo por su enorme profesionalidad, el buen rollo del que han hecho gala y su entrega a este proyecto: Manu, Carlos, Virginia, Ángel, Juan Carlos, Roger, Peti y Elena han dado todo lo que tenían dentro por nosotros, y eso es un lujo… lo mejor que me llevo de esta experiencia.

Mención aparte se merece Nico, el director de documental, sin el que nada de esto hubiera sido posible (uno lee esta frase como un cumplido, una formalidad vacía, hasta que tiene la suerte de cruzarse con alguien que la dota plenamente de sentido); la capacidad de trabajo y sacrificio exhibidas en unas circunstancias que, lamentablemente, no han sido las más idóneas nos han servido a todos como una impagable lección de coraje y amor por este trabajo. Gracias amigo.

Os dejo aquí los enlaces a todos y cada uno de los vídeos que componen este trabajo, espero que os gusten.

Docuweb de 7 minutos.

Documental completo de 25 minutos.

El camino desconocido (pieza histórica)

El camino tranquilo (pieza sobre espiritualidad e infraestructuras)

Un legado diferente (pieza sobre patrimonio artístico)

Paisajes por descubrir (pieza sobre naturaleza)

El camino de los sabores (pieza sobre gastronomía)

El camino y los territorios (pieza sobre desarrollo rural)

El camino acogedor (pieza sobre relación con la gente del lugar).

Hasta que nos leamos!

La excepción que confirma la regla

breaking bad globos de oro

Anoche se concedieron los Globos de Oro 2014 y, al fin, se hizo justicia con Breaking Bad premiándola como mejor serie dramática del año (además de conceder el galardón de mejor actor a Bryan Cranston).

Hace un año escribía en este blog una teoría acerca de la duración de las series, teoría ejemplificada con la relación de series ganadoras del Globo de Oro en este siglo. Anoche, los críticos que votan estos premios hicieron lo contrario de lo que yo denunciaba en el post, premiaron a una serie al final de su andadura y no al comienzo; y lo hicieron porque Breaking Bad sólo puede paladearse con todo su exquisito sabor al cierre de la historia. Y es que a diferencia de la mayoría de producciones, que se alargan hasta el infinito buscando la rentabilidad, las aventuras de Walter White han durado lo que tienen que durar, ni un minuto más (a pesar de la enorme tentación de seguir explotando la trama).

Han sido 5 temporadas (4 y media en realidad, ya que la primera fue más corta) de duración, un poco más de lo que yo creía recomendable en mi teoría; por eso es la excepción que confirma la regla… porque al igual que le sucedía a The Wire (mi otra excepción) Breaking Bad es una obra maestra en su género que marcará una época y una manera de hacer las cosas. Y si algo nos ha dejado claro la Historia del Arte es que a las obras maestras no se las pueden juzgar con el mismo rasero que a las demás.

En cualquier caso, me alegro mucho de este triunfo. No sólo por ser un incondicional de la serie y porque se haya impuesto la calidad frente a la popularidad de masas, también porque ha quedado claro que tener la historia completa en la cabeza todo el tiempo y no ceder a la tentación de estirar el chicle más de lo necesario da siempre los mejores resultados.

 

Hasta que nos leamos.

El sacrificio

el hobbit 1

Los que me conocéis bien sabéis que soy un fanático de la fantasía heroica y, muy especialmente, de Tolkien. Estas navidades he podido visionar «El Hobbit: La desolación de Smaug» y, por primera vez desde que Peter Jackson comenzase sus adaptaciones cinematográficas, me ha sucedido algo: no he sido capaz de desconectar el chip de guionista. Hasta ahora, cada vez que veía una de las películas de la trilogía de «El señor de los anillos» o la primera parte de las aventuras de Bilbo Bolsón disfrutaba como un enano (como uno de las Colinas de Hierro, para más INRI); la pasión por la historia, los personajes, las recreaciones, etc. y el verlos plasmados en la pantalla con semejante derroche de medios era placer suficiente como para aparcar por un momentos los análisis sobre la trama o los arcos de evolución y la lupa con la que examino cada giro y cada línea de diálogo en la mayoría de películas (cargante deformación profesional, lo admito).

Pero esta vez no; con «La desolación de Smaug» ha sido diferente. A pesar de vibrar como el que más durante la proyección, no dejé ni un momento de ser muy consciente de sus luces y sus sombras y me pasé media peli pensando «¿Porqué han tirado por aquí?» o «¿Para que han decidido incluir esto en lugar de lo otro?«. Porque según mis conclusiones, esta adaptación pincha en algo fundamental, algo que hasta ahora Jackson siempre había sabido captar bien: el tema de fondo. A diferencia de «El Señor de los anillos» que a medida que progresa se va tornando en una epopeya, «El Hobbit» es eminentemente una aventura pura y dura. En el libro, los personajes están constantemente saltando de un peligro a otro a un ritmo vertiginoso y el director neozelandés ha querido ponderar ese aspecto en la pieza central de su nueva trilogía; el resultado es espectacular: hay un buen puñado de escenas de acción trepidante y las posibilidades tecnológicas lucen en todo su esplendor; sin embargo conseguir tal efecto requiere de algunos sacrificios, cosas que hay que dejar en el camino en aras de la espectacularidad. Algunas son perdonables, entendibles y hasta recomendables… pero otras no. Y el gran sacrificado de «El Hobbit», el motivo por el cual la película no funciona bien, no es otro que su protagonista.

Efectivamente, Bilbo queda diluido en mitad de la vorágine de acontecimientos y pasa a un poco acertado segundo plano. ¿Os imagináis una historia de Indiana Jones en la que él no sea el centro de todo? pues eso es lo que le pasa a esta película. Es comprensible que con 13 enanos muy similares se pretenda dar más profundidad a alguno de ellos (en este caso le toca a Kili), o que se pretenda aprovechar el tirón de Legolas para sumar y mejorar la historia, o que la aparición de nuevos personajes como Bardo acaparen minutos… si; pero todo ello no debe redundar en la desaparición del protagonista, y no me refiero a su presencia en pantalla (porque Bilbo estar durante muchos minutos, está) si no a su papel como motor de la acción y conductor de la narración.

Un ejemplo entre muchos: ¿Dónde coño está Bilbo?

Un ejemplo entre muchos: ¿Dónde coño está Bilbo?

 

Por eso aludíamos antes al fallo en la elección del tema de la cinta, porque es, precisamente, en esta parte del libro en la que Bilbo sufre su gran transformación como personaje; aquí pasa a ser un verdadero héroe, un líder para la compañía, el que les saca las castañas del fuego en ausencia de Gandalf… ¿Y donde está todo eso en la película? sucede, si, pero tan rápido y tan de puntillas que no cala en el espectador en absoluto. Quizá los guionistas pecaron de impaciencia adelantando este tema en la primera parte, «Un viaje inesperado», y no han querido seguir remarcándolo durante tres horas más, pero era éste y no otro el momento de narrar la transformación de un joven y acomodado Hobbit en un héroe de acción todo terreno.

Para los que no conocen la obra literaria quizá el fallo no sea tan explícito, pero todo lector de Tolkien habrá notado sin duda la disminución de la responsabilidad de Bilbo en la travesía por el Bosque Negro, la liberación de las arañas, la huida de la ciudad de los elfos del bosque y, sobre todo, el enfrentamiento con Smaug (que aunque bien plasmado, se queda corto a la hora de reflejar el extraordinario coraje y pericia mostrados por el pequeño Hobbit). En líneas generales, el espectador sale del cine con la impresión de que «La desolación de Smaug» es más una película coral en la que el protagonismo recae a ratos y partes iguales en Thorin, Bardo, Kili, Bilbo y Gandalf (herencia esto de «El señor de los anillos) que una película con un protagonista principal y bien definido.

De este modo, la película funciona bien como tal pero pincha como adaptación, ya que no ha conseguido ser fiel al espíritu de la parte del libro que traslada a la pantalla. Queda la duda de ver cómo resuelven la papeleta de la tercera parte, de por si complicada ante la falta de material original del que tirar (el libro encara su breve recta final en el punto en que acaba «La desolación de Smaug»). Si a esto sumamos que no se ha sembrado lo suficiente los cambios en el interior de Bilbo que provocarán sus mayores conflictos futuros con el resto de personajes, se antoja complicado pensar que el desenlace de «El Hobbit» nos deje para el recuerdo a ese personaje inolvidable que Bilbo podría y merecía haber sido.

 

Hasta que nos leamos.